Al recibir este mediodía a los prelados de la Regional Este 1 de la Conferencia de Obispos Católicos de Brasil en visita ad limina, el Papa Benedicto XVI señaló que la crisis espiritual que se vive actualmente en la Iglesia y en la sociedad, y que afecta particularmente a los jóvenes, radica en el "olvido", en el haber dejado de lado el don del perdón y la reconciliación, que es la semilla de la verdadera reforma en la Iglesia.
lunes, 17 de octubre de 2011
Perdón y reconciliación son semilla de auténtica reforma en la Iglesia, dice el Papa Benedicto XVI
Al recibir este mediodía a los prelados de la Regional Este 1 de la Conferencia de Obispos Católicos de Brasil en visita ad limina, el Papa Benedicto XVI señaló que la crisis espiritual que se vive actualmente en la Iglesia y en la sociedad, y que afecta particularmente a los jóvenes, radica en el "olvido", en el haber dejado de lado el don del perdón y la reconciliación, que es la semilla de la verdadera reforma en la Iglesia.
martes, 2 de agosto de 2011
Una iraní que quedó ciega al ser atacada con ácido renuncia a que se aplique a su agresor la ley del Talión
miércoles, 13 de julio de 2011
Tratamiento de quince minutos para el Perdón
MEDITALO..... (Artículo de JQ HOY Jueves en el periódico El Observador de Medellín)
Dr. JQ, Psicólogo Clínico, especialista en PsicoNeuroInmunoEndocrinología VoluntarioSinFronteras –Proyectos de Apoyo Humano- Colombia www.proyectojq.com Teléfono 2535139
Muchos de los síntomas que presentan la gran mayoría de las personas, como estrés, tensión, ansiedad, depresión, insomnio, mal genio, se debe fundamentalmente a la falta de perdón, bien sea para consigo mismo o para con los demás.
Una buena opción para disminuir estos síntomas es practicando los siguientes pasos una vez al día por 21 días.
1. Asume una posición cómoda y descansada, sentado o acostado.
2. Afirma tres veces, en voz alta o en silencio, descansando por un momento entre las afirmaciones: Dios es la vida en mí.
3. Afirma tres veces, en voz alta o en silencio, descansando por un momento entre las afirmaciones: Ahora dejo ir todo sentimiento, reconocido o no, de temor, resentimiento, condenación, envidia, desconfianza, odio o cualquier otro sentimiento o pensamiento nocivo acerca de mí mismo o de los demás, o cualquier cosa que ellos o yo hayamos dicho, pensado o hecho. Me perdono y perdono a los demás por todo y me amo y me bendigo, y amo y bendigo a los demás.
4. Afirma tres veces, en voz alta o en silencio y descansando por un momento entre las afirmaciones: El amor divino ahora disuelve y disipa toda condición nociva en mi mente, cuerpo y en mis relaciones personales.
5. Ahora visualiza detalladamente y en color la escena más bella y serena que puedas. Involucra a todos tus sentidos y permite que el sentimiento de unidad completa con Dios y el universo llenen tu ser. Siente que te disuelves en la escena.
6. Poco a poco, permite que el sentimiento se convierta en luz que corre por tus sistemas circulatorio y nervioso. Ve la luz fluyendo de cada rincón oscuro. Utiliza la luz blanca o de algún color específico, o simplemente permite que la luz sea del color determinado por tu mente subconsciente.
7. Si sabes qué área específica de tu cuerpo necesita curación, concentra gradualmente la luz allí y permite que permanezca tanto como sea necesario.
8. Poco a poco, aparta la atención de la luz al afirmar tres veces, en voz alta o en silencio, descansando en silencio un momento entre las afirmaciones: Dios es vida. Yo soy uno con Dios. Yo soy uno con la vida. Gracias, Dios, por la vida perfecta. En el nombre y por medio del poder de Jesucristo, el gran Médico. Después de la última afirmación, di Amén.
9. Descansa en silencio y sin pensamientos conscientes por lo menos durante un minuto. Por supuesto, puedes utilizar afirmaciones tuyas que tengan el mismo significado que las que se dieron en las instrucciones. Las palabras no importan mientras te ayuden a dejar ir pensamientos o sentimientos de falta de perdón que pueden haber bloqueado el libre fluir del amor y la vida sanadora de Dios.
Jesús recomendó perdonar antes de orar; así, omitiendo el paso 7, el tratamiento de quince minutos puede ser usado simplemente para aclarar la conciencia de sentimientos y pensamientos nocivos insospechados. Todavía será una técnica de oración, pero estará más involucrada con la psique o el alma que con el cuerpo.
jueves, 2 de junio de 2011
Benedicto XVI: “el perdón es renovación y transformación”
Hoy en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO; miércoles 1 de junio de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos el discurso que el Santo Padre Benedicto XVI ha dirigido a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro, durante la Audiencia General, continuando con el ciclo de catequesis sobre la oración.
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Queridos hermanos y hermanas,
Leyendo el Antiguo Testamento, una figura destaca entre otras: la de Moisés, como hombre de oración. Moisés, el gran profeta y guía en el tiempo del Éxodo, ejerció su función de mediador entre Dios e Israel, haciéndose portador, hacia el pueblo, de las palabras y mandatos divinos, conduciéndolo hacia la libertad de la Tierra Prometida, enseñando a los israelitas a vivir en la obediencia y en la confianza hacia Dios, durante la larga estancia en el desierto, pero también, sobre todo, rezando. Reza por el Faraón cuando Dios, con las plagas, intentaba convertir el corazón de los egipcios (cfr Ex 8–10); pide al Señor la curación de la hermana María, enferma de lepra (cfr Nm 12,9-13), intercede por el pueblo que se había rebelado, aterrorizado por el informe de los exploradores (cfr Nm 14,1-19), reza cuando el fuego estaba devorando el campamento (cfr Nm 11,1-2) y cuando serpientes venenosas estaban haciendo una masacre (cfr Nm 21,4-9); se dirige al Señor y reacciona protestando cuando el peso de su misión se hizo demasiado pesado (cfr Nm 11,10-15); ve a Dios y habla con Él "cara a cara, como uno habla con su amigo" (cfr Ex 24,9-17; 33,7-23; 34,1-10.28-35).
También cuando el pueblo, en el Sinaí, pide a Aarón hacer un novillo de oro, Moisés reza, explicando de modo emblemático su propia función de intercesor. El episodio está narrado en el capítulo 32 del Libro del Éxodo y tiene un relato paralelo en el Deuteronomio en el capítulo 9. Es en este episodio donde quisiera detenerme en la catequesis de hoy, en particular en la oración de Moisés que encontramos en la narración del Éxodo. El pueblo se encontraba a los pies del Monte Sinaí, mientras Moisés, en la cima del monte, esperaba el don de las Tablas de la Ley, ayunando durante cuarenta días y cuarenta noches (cfr Ex 24,18; Dt 9,9). El número cuarenta tiene un valor simbólico y significa la totalidad de la experiencia, mientras que con el ayuno se indica que la vida viene de Dios, es Él el que la sostiene. El hecho de comer, de hecho, implica la asunción del alimento que nos sostiene; por esto ayunar, renunciando a la comida, adquiere, en este caso, un significado religioso: es un modo de indicar que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor (cfr Dt 8,3). Ayunando, Moisés, indica que espera el don de la Ley divina como fuente de vida: esta desvela la voluntad de Dios y nutre el corazón del hombre, haciéndole entrar en una Alianza con el Altísimo, que es fuente de vida, es la vida misma.
Pero, mientras el Señor, sobre el monte, da a Moisés la Ley, a los pies del mismo el pueblo la desobedece. Incapaces de resistir en la espera y la ausencia del mediador, los israelitas piden a Aarón: Fabrícanos un Dios que vaya al frente de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos hizo salir de Egipto" (Ex 32,1). Cansado de un camino con un Dios invisible, ahora que Moisés, el mediador, ha desaparecido, el pueblo pide una presencia tangible, palpable, del Señor, y encuentra en el becerro de metal fundido hecho por Aarón, un dios que se hace accesible, manipulable, al alcance del hombre. Esta es una tentación constante en el camino de la fe: eludir el misterio divino construyendo un dios comprensible, que corresponda a los propios esquemas, a los propios proyectos. Todo lo que sucede en el Sinaí muestra toda la necedad y vanidad ilusoria de esta pretensión porque, como afirma irónicamente el Salmo 106, "así cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come pasto" (Sal 106,20).
Por esto el Señor reacciona y ordena a Moisés que descienda del monte, revelándole lo que el pueblo está haciendo y terminando con estas palabras: "Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación" (Ex 32,10). Como con Abraham con respecto a Sodoma y Gomorra, también ahora Dios desvela a Moisés lo que pretende hacer, como si no quisiese actuar sin su consentimiento (cfr Am 3,7). Dice: "mi ira arderá contra ellos". En realidad, este "mi ira arderá contra ellos" lo dice para que Moisés intervenga y le pida que no lo haga, revelando así que el deseo de Dios es siempre de salvación. Como para las dos ciudades en tiempos de Abraham, el castigo y la destrucción, con los que se expresa la ira de Dios como rechazo del mal, indican la gravedad del pecado cometido; al mismo tiempo, la petición del intercesor pretende manifestar la voluntad de perdón del Señor. Esta es la salvación de Dios, que implica misericordia, pero que siempre denuncia la verdad del pecado, del mal que existe, así el pecador, reconociendo y rechazando el propio mal, pueda dejarse perdonar y transformar por Dios. La oración de intercesión hace operativa de esta manera, dentro de la realidad corrupta del hombre pecador, la misericordia divina, que encuentra su voz en la súplica del que reza y se hace presente a través de él donde hay necesidad de salvación.
La súplica de Moisés se centra en la fidelidad y la gracia del Señor. Este se refiere primero a la historia de redención que Dios ha comenzado con la salida de Israel, para después recordar la antigua promesa hecha a los Padres. El Señor ha logrado la salvación liberando a su pueblo de la esclavitud egipcia; ¿por qué entonces -pregunta Moisés-"tendrán que decir los Egipcios: 'El los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra?'" (Ex 32,12). La obra de salvación que se ha comenzado debe ser completada; si Dios hiciese perecer a su pueblo, esto podría ser interpretado como el signo de una incapacidad divina de llevar a cumplimiento el proyecto de salvación. Dios no puede permitir esto: Él es el Señor bueno que salva, el garante de la vida, es el Dios de misericordia y de perdón, de liberación del pecado que mata. Y así Moisés apela a Dios, a la vida interior de Dios contra la sentencia exterior. Pero entonces, argumenta Moisés con el Señor, si sus elegidos perecen, aunque si son culpables. Él podría parecer como incapaz de vencer al pecado. Y esto no se puede aceptar. Moisés ha tenido una experiencia concreta del Dios de salvación, y ha sido enviado como mediador de la liberación divina y reza con su oración, se hace intérprete de una doble inquietud, preocupado por la suerte de su pueblo, pero además está también preocupado por el honor que se debe al Señor, por la verdad de su nombre. El intercesor quiere, de hecho, que el pueblo de Israel se salve, porque es el rebaño que se le ha confiado, pero también para que en esa salvación se manifieste la verdadera realidad de Dios. Amor por los hermanos pero también por Dios que se complementan en la oración de intercesión, son inseparables. Moisés, el intercesor, es el hombre dividido entre dos amores, que en la oración se unen en un único deseo de bien.
Después, Moisés apela a la fidelidad de Dios, haciéndole recordar sus promesas: "Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: 'Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia'" (Ex 32,13). Moisés hace memoria de la historia fundadora de los orígenes, de los Padres del pueblo y de su elección, totalmente gratuita, en la que sólo Dios había tenido la iniciativa. No por sus méritos, ellos recibieron la promesa, sino por la libre elección de Dios y de su amor" (cfr Dt 10,15). Y ahora, Moisés pide que el Señor continúe fiel a su historia de elección y de salvación perdonando a su pueblo. La intercesión no excusa el pecado de su gente, no enumera presuntos méritos ni del pueblo ni suyos, pero si apela a la gratuidad de Dios: un Dios libre, totalmente amor, que no cesa de buscar al que se aleja, que permanece siempre fiel a sí mismo y que ofrece al pecador la posibilidad de volver a Él y convertirse, con el perdón, en justo y capaz de ser fiel. Moisés pide a Dios que se muestre más fuerte que el pecado y que la muerte, y con su oración provoca esta revelación divina. Mediador de vida, el intercesor se solidariza con el pueblo; deseoso sólo de la salvación que Dios mismo desea, el renuncia a la perspectiva de convertirse en un nuevo pueblo agradecido al Señor. La frase que Dios le había dirigido, "de ti, en cambio, suscitaré una gran nación", no es, ni siquiera, tomada en consideración por el "amigo" de Dios, que sin embargo está preparado para asumir, no sólo, la culpa de su gente, también todas sus consecuencias. Cuando, después de la destrucción del becerro de oro, vuelva al monte de nuevo, a pedirle la salvación de Israel, dirá al Señor: "¡Si tú quisieras perdonarlo, a pesar de esto...! Y si no, bórrame por favor del Libro que tú has escrito" (v.32). Con la oración, deseando el deseo de Dios, el intercesor entra cada vez más profundamente en el conocimiento del Señor y de su misericordia y se hace capaz de un amor que llega hasta el don total de sí mismo. En Moisés, que está en la cima del monte cara a cara con Dios y que se hace intercesor por su pueblo, se ofrece a sí mismo - "bórrame" -, los Padres de la Iglesia han visto una prefiguración de Cristo, que en la alta cima de la cruz realmente esta delante de Dios, no sólo como amigo sino como Hijo. Y no sólo se ofrece - "bórrame" -, sino que con su corazón traspasado se hace "borrar", se convierte, como dice el mismo san Pablo, en pecado, lleva consigo nuestros pecados para salvarnos a nosotros: su intercesión no es sólo solidaridad, sino que se identifica con nosotros: nos lleva a todos en su cuerpo. Y así toda la existencia de hombre y de Hijo es el grito al corazón de Dios, es perdón, pero un perdón que transforma y renueva.
Creo que debemos meditar esta realidad. Cristo está delante del rostro de Dios y reza por mí. Su oración en la Cruz es contemporánea a todos los hombres, contemporánea a mí: Él reza por mí, ha sufrido y sufre por mí, se ha identificado conmigo tomando nuestro cuerpo y el alma humana. Y nos invita a entrar en su identidad, haciéndonos un cuerpo, un espíritu con Él, porque desde la alta cima de la Cruz, Él no ha traído nuevas leyes, tablas de piedra, sino que se ha traído a sí mismo, su cuerpo y su sangre, como nueva alianza. Así nos hace consanguíneos a Él, un cuerpo con Él, identificado con Él. Nos invita a entrar en esta identificación, a estar unidos a Él en nuestro deseo de ser un cuerpo, un espíritu con Él. Oremos al Señor para que esta identificación nos transforme, nos renueve, porque el perdón es renovación y transformación.
Querría terminar esta catequesis con las palabras del apóstol Pablo a los cristianos de Roma: "¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica.¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? [...]ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados [...] ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor" (Rm 8,33-35.38.39)
[En español dijo]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los de la parroquia de San Juan Evangelista, de Madrid, así como a los demás grupos provenientes de España, Argentina, Ecuador, México y otros países latinoamericanos. Que el Señor nos ayude a comprender en la oración su designio gratuito de salvación, que ha llegado a su culminación en el don de su Hijo, Jesucristo, para que siguiendo su ejemplo demos la vida por los demás, sin esperar nada a cambio. Muchas gracias.
[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]
martes, 31 de mayo de 2011
También sufre por la vida quien asesina
José Guillermo Palacio/ Medellín / Publicado el 29 de mayo de 2011
Cortesía /En Nueva York, Gladys Pérez Di Vito (centro) trabaja con grupos vulnerables. Una actividad similar realizaba en Colombia en zonas de extrema pobreza.
jueves, 12 de mayo de 2011
FELICITACIONES EN EL DIA DEL BUEN PASTOR
martes, 10 de mayo de 2011
EL PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN ES UNA FIESTA
viernes, 29 de abril de 2011
Juan Pablo II asciende a los altares seis años después de su muerte
Escrito por DPA - Viernes, 29 abril 2011 06:17
“Era considerado un papa de excepción y, por lo que parece, sigue siéndolo más allá de su muerte: Cientos de miles de peregrinos llegan desde hace días a Roma para asistir este domingo a la beatificación de Juan Pablo II (1920-2005), que se produce apenas seis años después de su fallecimiento, todo un récord de tiempos modernos.
La Ciudad Eterna se prepara de nuevo para una avalancha de peregrinos, después de que en abril de 2005 millones de católicos acudieran al Vaticano para dar su último adiós al carismático papa. Su sucesor Benedicto XVI, en su día uno de sus más estrechos colaboradores, celebrará personalmente la ceremonia en la que será elevado a los altares.
"Vemos con alegría acercarse el día en el que podamos venerar y confiarnos todavía más a la intercesión de este gran papa y testigo de Cristo", afirmó recientemente Joseph Ratzinger, quien poco después de la muerte del pontífice dispensó del plazo de espera requerido de cinco años para iniciar un proceso de beatificación, acelerando así considerablemente la causa.
Con ello, Benedicto XVI obedeció a los gritos de "Santo subito!" ("¡Santo ya!") escuchados desde la multitud durante el concurrido funeral de su predecesor. En su día, también Wojtyla concedió una dispensa similar que permitió beatificar en 2003, también seis años después de su muerte, a la Madre Teresa de Calcuta. No obstante, los procesos de beatificación suelen durar décadas y hasta siglos.
Aparte de por su rapidez, la beatificación de Juan Pablo II es también excepcional por ser la primera vez en más de mil años que un Papa eleva a los altares a su predecesor inmediato, quien fue además el primer pontífice no italiano en 450 años y quien se ganó el apodo de "Papa viajero" con su más de un centenar de giras internacionales.
El postulador de la causa de Juan Pablo II, el sacerdote polaco Slawomir Oder, afirmó que en el proceso de beatificación se trabajó de manera profunda e intensa. El supuesto milagro que abrió las puertas a la beatificación es la curación -según el Vaticano "científicamente inexplicable"- de una monja que sufría de Parkinson y sanó de manera repentina tras rezarle a Wojtyla.
La beatificación coincide con el Día Internacional del Trabajo, en el que también en Roma se organizan conciertos y concentraciones sindicales. Aunque no es probablemente el mejor día para celebrar un evento multitudinario, Benedicto XVI eligió esa fecha por ser el segundo domingo de Pascua el último día en que Juan Pablo II celebró misa antes de morir y que fue dedicado por el fallecido Papa a la "Divina Misericordia".
Miles de voluntarios se han ofrecido para ayudar a los peregrinos en lugares centrales de la ciudad. También se han desplegado miles de policías de tránsito, e incluso "carabinieri" y bomberos jubilados han regresado al trabajo para facilitar el que está llamado a ser evento del año en Roma.
Además de la Plaza de San Pedro, la beatificación será emitida en directo en pantallas gigantes colocadas en seis plazas de la capital italiana. El acceso a la ceremonia en el Vaticano es gratis y no se precisa ninguna entrada. La Prefectura de la Casa Pontificia alertó sobre impostores que trataban de vender tickets en Internet.
Cuando se anunció en enero el día de la beatificación, en Roma se agotaron de golpe las habitaciones, en parte a precios astronómicos. Los peregrinos llegan ahora desde Polonia, Francia, Alemania, España y América Latina y en ocasiones pueden hasta albergarse en habitaciones de 15 metros cuadrados con ocho literas. Ante los elevados precios, desde Polonia se prevé sólo la llegada de unas 32.000 personas, bastantes menos que las previstas inicialmente.
Las festividades comienzan ya el sábado por la noche, con una vigilia de varias horas por Juan Pablo II en el Circo Massimo en la que Benedicto hablará en directo por video a los presentes. Mientras tanto, los restos de Juan Pablo serán trasladados desde la gruta del Vaticano a la Basílica de San Pedro, sin que su ataúd sea abierto.
Después de la beatificación se expondrá el sarcófago para que los fieles puedan rezar ante él, antes de ser recolocado en la capilla de San Sebastián, entrando en la nave principal de la basílica, a mano derecha, cerca de La Piedad de Miguel Ángel. Sobre el marmol blanco se podrá leer lo que muchos esperan ansiosamente: "Beato Juan Pablo II".
Su fecha en el calendario litúrgico se conmemorará cada 22 de octubre, el día en el que celebró oficialmente su entronización en 1978. Sin embargo, la festividad sólo podrá celebrarse por el momento en la diócesis de Roma y en Polonia, pues según el Derecho Canónico los beatos, a diferencia de los santos, sólo pueden ser venerados en sus respectivas iglesias locales.
Para su canonización, el Vaticano debe todavía reconocer un milagro atribuido a la intercesión de Juan Pablo II. Según el postulador de la causa, ya hay catalogados más de 250.
Las beatificaciones y canonizaciones más rápidas de la historia
La beatificación del papa Juan Pablo II (1920-2005) se produce apenas seis años después de su muerte. A continuación, otras de las beatificaciones y canonizaciones más rápidas en la historia de la Iglesia católica:
- Antonio de Padua (1195-1231), teólogo portugués, canonizado por Gregorio IX en 1232, 11 meses después de su muerte.
- Thomas Becket (1118-1170), arzobispo de Canterbury y Lord Canciller de Inglaterra, canonizado por Alejandro III en 1174, tres años y medio después de su asesinato.
- Teresa de Calcuta (1910-1997), monja albanesa naturalizada india y fundadora de las Misioneras de la Caridad, beatificada por Juan Pablo II en 2003, seis años después de su muerte.
- Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), sacerdote español y fundador del Opus Dei, beatificado por Juan Pablo II en 1992, 17 años después de su muerte, canonizado por Juan Pablo II en 2002.
- Teresa de Lisieux (1873-1897), carmelita descalza francesa y Doctora de la Iglesia, beatificada por Pío XI en 1923, 26 años después de su muerte, canonizada por Pío XI en 1925.
- Luis IX (1214-1270), rey de Francia, canonizado por Bonifacio VIII en 1297, 27 años después de su muerte.
- Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo italiano y fundador de los Redentoristas, beatificado por Pío VII en 1815, 28 años después de su muerte, canonizado por Gregorio XVI en 1831.
- Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino italiano, beatificado por Juan Pablo II en 1999, 31 años después de su muerte, canonizado por Juan Pablo II en 2002.
- Gianna Beretta (1922-1962), pediatra italiana, beatificada por Juan Pablo II en 1994, 32 años después de su muerte, canonizada en por Juan Pablo II 2004.
- Edith Stein (1891-1942), carmelita alemana de origen judío, beatificada por Juan Pablo II en 1987, 45 años después de su asesinato en Auschwitz, canonizada por Juan Pablo II en 1998”.
Artículo tomado de la PRENSA GRÁFICA
AUDIENCIA PRIVADA concedida a Monseñor Alfonso López Trujllo y acompañantes, con motivo de su CONSAGRACIÓN CARDENALICIA, febrero 4 de 1983:
jueves, 28 de abril de 2011
Vaticano detalla beatificación de Juan Pablo II
VATICANO, 18 Feb. 11 / 10:02 am (ACI/EWTN Noticias)
La Oficina de Prensa de la Santa Sede dio a conocer hoy un comunicado en el que detalla los cinco momentos en los que se desarrollará la beatificación del Papa Juan Pablo II el próximo 1 de mayo en Roma, y reiteró que para asistir no es necesario adquirir entrada alguna.
El texto señala que el primero es la vigilia de preparación el 30 de abril que se realizará desde las 8:30 p.m. (hora local) en el Circo Máximo de Roma.
Esta vigilia será presidida por el Cardenal Agostino Vallini, Vicario del Santo Padre para la diócesis de Roma. Al evento, "el Papa Benedicto XVI se unirá a espiritualmente por medio de una conexión en video".
El segundo momento es la ceremonia de beatificación en sí que se celebrará el domingo 1 de mayo en la Plaza de San Pedro en Roma, que será presidida por el Papa Benedicto XVI.
El comunicado reitera lo ya anunciado en distintas oportunidades sobre el hecho que "para participar no hacen falta entradas, pero los agentes de la Seguridad Pública tutelarán el acceso a la plaza y a las zonas adyacentes".
En esta línea, la Prefectura de la Casa Pontificia dio a conocer otro comunicado en el que ratifica que para la beatificación y para las audiencias con el Papa no es necesario adquirir entradas.
Esta precisión se hace ante "el ofrecimiento indebido, sobre todo por Internet, de asistencia y venta de billetes para audiencias y ceremonias pontificias, en particular la beatificación del Siervo de Dios Juan Pablo II".
Este comunicado precisa además que cuando la Prefectura de la Casa Pontificia entrega entradas para ceremonias pontificias o audiencias generales, estos "son siempre gratuitos y ninguna persona física o ente puede pretender pago alguno".
Sobre el tercer momento de la beatificación, el comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede indica que todos los fieles "podrán venerar los restos del nuevo Beato el mismo domingo 1 de mayo, una vez que termine la ceremonia de beatificación. Los restos quedarán expuestos hasta que se agote el flujo de fieles que deseen venerarlos, ante el altar de la Confesión".
El cuarto momento es la Misa de acción de gracias por la beatificación, que está programada para el lunes 2 de mayo a las 10:30 a.m. en la Plaza de San Pedro. Esta Eucaristía será presidida por el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado Vaticano.
El quinto momento tiene que ver con la sepultura de los restos de Juan Pablo II. Esta se realizará en la Basílica de San Pedro, en la Capilla de San Sebastián y se realizara de forma privada.
miércoles, 27 de abril de 2011
¡Feliz Pascua!
¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! Después del camino cuaresmal, podemos celebrar el día más grande de la historia. Por la Resurrección del Señor se abre para todos los hombres y mujeres del mundo una nueva esperanza, porque celebrar la Pascua no es conmemorar un acontecimiento del pasado, sino una realidad que está sucediendo. Jesús la vivió hace 2000 años, pero ella está actuando todavía en nosotros. El Resucitado sigue sembrando vida en toda la humanidad.
Cristo ha resucitado. Qué reconfortante resulta esta proclamación y esta certeza en medio de tantas noticias, que cada día nos hablan de egoísmo, injusticia, violencia, corrupción y muerte… Porque si el mal quiere conducirnos a la oscuridad y al pesimismo, la Resurrección del Señor nos manifiesta que en la historia camina también un poder de luz, de vida y de salvación, que en Cristo ha comenzado su victoria definitiva.
Esta celebración gozosa de la Pascua del Señor debe comprometernos, de un modo concreto, con el movimiento de la vida que Dios ha puesto en marcha. Hemos sido incorporados a Cristo, muertos con él, sepultados con él, para que vivamos para Dios en él. Es la perfecta solidaridad. Jesús se identificó con nuestras limitaciones y asumió nuestra muerte; nosotros tenemos que identificarnos con su triunfo sobre el pecado y con su vida nueva.
La Pascua de Cristo es nuestra Pascua. Tenemos que aprender a salir de la superficialidad y de la rutina de cada día y entrar en la dinámica del Resucitado para "buscar los bienes de allá arriba". Deberíamos escuchar el anuncio de la Resurrección del Señor como si fuera la primera vez que se proclama y permitir que renueve en serio nuestra vida, dejándonos guiar por una fe viva, una esperanza alegre y un amor creativo.
La luz que hemos encendido en la noche de Pascua debe iluminar todas las incertidumbres y tristezas de nuestra existencia personal y social. La Palabra que hemos escuchado debe guiar y fortalecer nuestros pasos vacilantes, dándonos la seguridad de que Dios dirige nuestra historia. La alianza bautismal que hemos renovado debe mantenernos en el gozo de estar sumergidos en la Trinidad y de haber iniciado un proceso de crecimiento, que no termina jamás.
En la Eucaristía que celebramos, desde la totalidad de su donación, Cristo nos ha introducido en la vida nueva, la vida del amor. Ahora podemos experimentar la Resurrección venciendo el mal a fuerza de bien, entregándolo todo para devolver el movimiento siniestro del egoísmo, que aniquila el proyecto de Dios. La Eucaristía es Resurrección: "el que come de este pan, no sabrá lo que es morir para siempre".
Con esta certeza y estos sentimientos, extiendo mi más cordial saludo de Pascua a los sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos de la Arquidiócesis de Medellín. Con la alegría de Pascua, hago llegar mis mejores votos a todos los servidores, benefactores y amigos de esta Iglesia particular. Con la fuerza salvífica de Pascua, dirijo a todos un llamamiento para que no cedamos en el compromiso y en la esperanza del Reino de Dios. ¡Felices Pascuas! ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!
+ Ricardo Tobón Restrepo
Arzobispo de Medellín
sábado, 23 de abril de 2011
PASCUA TIEMPO DE PERDON Y RECONCILIACION, CAMINO HACIA LA PAZ.
P. FABIAN ORTEGA.
jueves, 31 de marzo de 2011
CONSTRUCCIÓN DE UNA METODOLOGÍA PARA LA TRANSFORMACIÓN DE JÓVENES VINCULADOS AL CONFLICTO Y LA VIOLENCIA EN LÍDERES DE PAZ
El Centro y Arquidiocesano para la Reconciliación CAR y la Fundación Apoye en alianza con Contraternidad Carcelaria y Casa de Paz desarrollan desde enero del presente año el proyecto "Construcción de una metodología para la transformación de jóvenes vinculados al conflicto y la violencia en líderes de paz"
Con un enfoque sistémico, el proyecto se propone dotar al participante de alternativas que le permitan desarrollar la capacidad de elección crítica frente a la ilegalidad y la delincuencia, pero además se espera contribuir con procesos de liderazgo a favor de la convivencia y el desarrollo integral a partir de la elaboración del perdón y la reconciliación y bajo un acompañamiento permanente en el contexto, que les posibilite a los participantes la inserción en su comunidad.
La experiencia de Perdón y Reconciliación", es el espacio en donde aprendemos a transformar las rabias, odios, rencores y deseos de venganza en semillas nuevas, dejando un lugar para el perdón y la reconciliación. Esta experiencia pedagógica nos permite abrir mente y corazón para la construcción de nuevas relaciones a nivel individual, familiar, social y así restablecer la paz personal en el hogar, el medio laboral, el barrio, la ciudad y el país.
Mientras el tema del perdón, exige un esfuerzo grande de crecimiento interior, el tema de la Reconciliación, implica un trabajo cuidadoso de reconstrucción, de confianza y de relaciones con el otro. En esta propuesta de intervención se le apuesta por la vinculación de un componente espiritual, para la transformación no sólo desde el hacer o el saber; sino desde el ser.
Cuarenta jóvenes beneficiarios que durante el proceso expresan constantemente lo significativo que para ellos ha sido este proceso y el deseo de convertirse en multiplicadores, comenzando por sus familias. Se "sienten felices de ser actores en la construcción del proyecto y están dispuestos a aportar su grano de amor, para la construcción de la paz, como líderes positivos y propositivos". Los participantes asumen la actitud del perdón y la reconciliación en la cotidianidad para la transformación de su entorno.
En sus evaluaciones afirman: "Me he acercado más a Dios", "reconozco que el odio y el rencor generan en mi cuerpo enfermedades, por ello, debo evitarlos". "No volveré a estar en la esquina", "cambiaré mi círculo de amigos".
El proyecto nos plantea varios retos entre ellos la incertidumbre por las opciones laborales y de generación de ingresos del lado de la legalidad y resultado de procesos de formación ocupacional.
miércoles, 30 de marzo de 2011
El perdón devaluado
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ZENIT, El mundo visto desde Roma - Agencia de Noticias
Por Monseñor Juan del Río Martín*
MADRID, martes 29 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El eclipse de Dios en la sociedad contemporánea ha traído, entre otras consecuencias, que el perdón humano se ha "descafeinado", se ha reducido a mera disculpa protocolaría, a venganza camuflada con el tan conocido: "yo perdono pero no olvido" y con los "perdones históricos" para evaluar hechos del pasado con mentalidad de hoy. Este tipo de perdón ni reconcilia, ni salva, ni es sanador porque le falta la fe en Dios que es clave para perdonar a "fondo perdido".
De esta secularización del perdón no se ha librado algunos sectores del catolicismo donde se ha olvidado el sentido del pecado y el significado de la misericordia eterna. En este tiempo de Cuaresma abundan las lecturas bíblicas que nos hablan de cómo es el perdón divino y de cómo debemos perdonar a nuestros semejantes. La recuperación de la centralidad de Dios en la vida cristiana, trae consigo la vuelta a lo genuinamente evangélico que es el amor a nuestros enemigos (cf. Mt 5,38), frente a la ley judaica del talión y la justa venganza que predica otros credos.
Jesucristo nos revela a un Dios de misericordia "lento a la cólera y rico en piedad". Un ejemplo de ello lo encontramos en el evangelista Lucas que ha escogido tres parábolas que tienen una estrecha relación entre sí: la oveja perdida, la moneda extraviada, el hijo pródigo (Lc 15). Todos han perdido algo. Es el mismo Dios, bajo la figura de un Buen Pastor o de un Padre, quién sale a buscar al descarriado. La alegría es grande en el encuentro entre lo que estaba perdido y Aquel que lo halló. Estamos ante el misterio del perdón divino que por muy numerosos que fueran nuestros pecados mayor es su misericordia, porque únicamente Él: olvida y limpia el pasado del pecador, se alegra con el que ha vuelto al "aprisco" y llena con su gracia el futuro del arrepentido. ¿Dónde hallar este tesoro de salvación? En la celebración frecuente del Sacramento de la Penitencia donde sentimos "la mano del Buen Pastor" que nos saca de nuestras miserias y nos conduce a la "casa del Padre" para vestirnos con la túnica de su gracia y hacernos dignos de la fiesta del banquete eucarístico.
La humildad de corazón nos posibilita a experimentar el perdón de Dios. Cuando este se conoce, la reconciliación con nuestros semejantes tiene otras claves distintas que no son las del mundo basadas en el consenso de intereses o estrategias del momento. Los cristianos en el perdón humano tenemos como único modelo a imitar a Jesucristo que murió amando a sus enemigos hasta el extremo de exclamar: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34). Desde ese acontecimiento de Muerte y Resurrección, todo ser humano es más grande que su culpa y el amor en la dimensión de la cruz sobrepasa toda justicia, vence al odio y edifica la paz entre los hombres.
Monseñor Juan del Río Martín es el arzobispo castrense de España*
lunes, 7 de marzo de 2011
CUARESMA OPCION POR LA HUMANIDAD.
“la vida nueva en Jesucristo: vida de fe, de esperanza, y de caridad. Estas tres virtudes, llamadas teologales porque se refieren directamente al misterio de Dios” (Juan Pablo II).